Cuando
sigo dejando algo de lado, tal vez no se trate de una dilación o un
aplazamiento, sino de una decisión que ya he tomado pero que no acabo de
reconocer ni admitir.
Judith
M. Knowlton
Contrariamente
a la creencia popular, las adictas al trabajo no son personas que estamos
haciendo continuamente algo. Solemos estar tan ocupadas y tan cansadas de
trabajar, que muchas veces nos hundimos en un pantano de dilaciones. Sabemos
que hay cosas que tienen que ser hechas, pero cuanto más pensamos en ellas más
pesadas nos sentimos. En ocasiones parece que no podemos sacar nuestro cuerpo
de la cama, levantar nuestro brazo o sostener una pluma estilográfica.
Simplemente
no podemos forzarnos hacer nada
más. Por supuesto, cuando se pasa esta especie de letargía, nos hundimos en
negros periodos de autoculpabilización.
En
dichos periodos, es importante recordar que aplazar cosas es parte de nuestra
enfermedad y que somos impotentes respecto a ella. Sólo cuando admitimos esta
impotencia, reconocemos que nos volvemos dementes con nuestras dilaciones,
vemos que un poder mayor que nosotras puede hacernos recobrar la cordura, y dirigimos
nuestra voluntad y nuestra vida hacia ese poder, podemos comprobar que hemos
tomado una decisión y conseguimos admitir que esa decisión es nuestra.
Ciertamente complico mi vida en algunas ocasiones.
Por fortuna, existe otra manera de hacer las cosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Bienvenida a tu casa, comenta lo que quieras