George Sand
El
cambio es constante. Cada oportunidad, cada sentimiento, cada responsabilidad
con la que nos comprometemos añade algo a la riqueza de nuestra feminidad. Ya
no somos las mujeres que fuimos ayer. Nuestra nueva consciencia no ha llevado a
transcenderlas. Y no podemos regresar sin darnos cuenta de alguna manera que
esas mujeres ya no cumplen con nuestras necesidades de hoy.
Podemos
anticipar los cambios que experimentamos y prever a la mujer madura en la que
estamos convirtiéndonos. Ella tendrá la sabiduría de la que nosotras carecemos.
Habrá aprendido a vivir y dejar vivir. Habrá adquirido, a través de años de
experiencia, una perspectiva que confiere sensatez a todas las situaciones.
Las
lecciones que aprendemos hoy y el dolor que nos abruma una vez que más
alimentan a la mujer que está desarrollándose en nuestro interior. ¡Si al menos
pudiéramos aceptar las lecciones y dominarlas! ¡Si al menos pudiésemos confiar
en el don del cambio que acompaña al dolor!
Estoy cambiando. Y con el cambio viene la paz. Puedo sentirla hoy. Sé donde estuve ayer.
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