Desapego
Un día, mi
hijo trajo a casa a vivir con nosotros a un hámster. Lo pusimos en una jaula.
Poco tiempo después, el hámster escapó.
Durante los
siguientes seis meses, el animal corría
asustado y salvaje por toda la casa. Y lo mismo nosotros para atraparlo.
“Ahí está. ¡Agárralo!”, gritábamos cada vez
que alguien veía al hámster. Mi hijo o yo dejábamos lo que estuviéramos
haciendo, corríamos por toda la casa y nos lanzábamos sobre el animal con la
esperanza de atraparlo.
Me preocupaba
por él, aunque no lo viéramos. “Esto no esta bien”, pensaba. “No puedo tener a un hámster corriendo suelto por
la casa.
Tenemos que
atraparlo. Tenemos que hacer algo”.
Un pequeño
animal del tamaño de un ratón tenía en agitación toda la casa.
Un día,
mientras estaba sentada en la sala, vi al animal correr por el pasillo. En
estado de frenesí, empecé a abalanzarme sobre él, como generalmente lo hacía, y
luego me detuve.
No, me dije.
Estoy harta. Si ese animal quiere vivir en los rincones y escondrijos de esta
casa, voy a dejar que lo haga. Estoy harta de preocuparme por él .Estoy harta
de perseguirlo. Esta es una circunstancia irregular, pero así es justamente
como va a tener que ser.
Dejé que el
hámster corriera sin que yo reaccionara. Me sentía un poquito incómoda con mi nueva reacción -no
reaccionar-, pero me ceñí a ella de todas maneras.
Me sentí más
a gusto con mi nueva reacción, no reaccionar. Al poco tiempo, estaba
perfectamente en paz con la situación. Había dejado de pelear con el hámster.
Una tarde, unas cuantas semanas después de que empecé a practicar mi nueva
actitud, el hámster corrió cerca de mí, como lo había hecho tantas veces y
apenas lo mire. El animal se paró en seco, volteó y me miró. Empecé a
abalanzarme sobre él. Él empezó a correr. Me relajé.
“Muy bien”,
dije. “Haz lo que quieras”. Y lo decía en serio.
Una hora después,
el hámster vino, se paró junto a mí y esperó.
Gentilmente
lo levanté y lo coloqué en su jaula, donde ha vivido feliz desde entonces. ¿La
moraleja de la historia? No te balances sobre el hámster. El ya está asustado,
y tratar de atraparlo lo único que logra es asustarlo más y a nosotros nos
vuelve locos. El desapego funciona.
Hoy me sentiré a gusto con mi nueva reacción de no reaccionar. Me sentiré en paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Bienvenida a tu casa, comenta lo que quieras