Angela L. Wozniak
El programa nos promete la paz. Día a día, paso a paso, nos acercamos más a ella. Cada vez que alguien nos afecta claramente, y cada vez que nosotras afectamos a otra persona, percibimos la presencia divina en los demás, en nosotras y en todas las experiencias. La búsqueda de Dios terminará tan pronto como nos demos cuenta de que el Espíritu está tan cerca de nosotras como nuestros pensamientos y como el aire que respiramos.
El
hecho de llegar a creer en un poder superior nos alivia en nuestras luchas
diarias. Y, en ocasiones, para obtener el control aún luchamos por obtenerlo
con el objeto de ser todopoderosas, sólo para darnos cuenta de que nosotras
mismas construimos las barreras que afrontamos. Caminaremos por senderos
tranquilos, tan pronto como permitamos que Dios nos guíe en todas las
decisiones, grandes y pequeñas.
El
mayor don que nos ofrece el programa es liberarnos de la ansiedad, esa ansiedad
que con tanta frecuencia nos hizo recurrir a la bebida, a las pastillas o a las
golosinas. Cada vez que nos libramos del problema que nos atrapa y esperamos el
consuelo y al orientación que Dios nos ofrece, nos sentimos aliviadas.
La ayuda de Dios será mía tan pronto como lo aproveche plenamente. Me desprenderé de los problemas del día de hoy.
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