Deber
El deber debería
ser un subproducto.
Brenda Ueland
El pensamiento de
adicción desemboca normalmente en poner el carro delante de los bueyes. Una de
las habilidades fascinantes de la adicción es que nos permite tomar algo
relativamente neutro, o incluso positivo, y deformarlo poco a poco, hasta que
se convierte en algo horrendo.
No hay nada de malo
en el deber. Basta con no dejar que el deber oscurezca nuestros sentimientos e
intuiciones llenas de claridad. El deber no puede ponerse antes que nuestra
claridad interna. Cuando lo hace, se convierte en un tirano. El deber tiene que
seguir a nuestra claridad, lo mismo que hacer cosas por las personas que
queremos tiene que ser una expresión de amor, en lugar de una conducta
ritualizada. El deber tiene que ser un derivado de lo que realmente somos, de
lo que valoramos y de lo que es importante para nosotras.
¡El deber ritualizado es una vergüenza!
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