Una cosa es tener una
crisis y actuar al respecto, y otra es vivir en una crisis perpetua.
Barbara Grizzuti Harrison.
Para muchas de nosotras
exagerar los aspectos negativos de nuestra vida es una conducta habitual. Y
decidimos mantener esa obsesión. Sin embargo, podemos detenerla en cualquier
momento. Podemos desprendernos de cualquier situación que no podamos controlar,
dejársela a Dios y quedarnos libres para buscar las posibilidades de ser
felices.
Quizás podamos aprender a
aceptar una situación difícil, en primer lugar como una oportunidad de
crecimiento, pero también como una oportunidad de permitir que Dios trabaje en
nuestra vida. Cuando dejamos nuestros problemas en las manos de Dios para que
Él encuentre la solución estamos aprendiendo a confiar. Si tenemos paciencia
veremos cómo se resuelven adecuadamente y la próxima vez nos será más fácil
recurrir a Él.
El número y la intensidad
de las crisis disminuirá en proporción directa a la colaboración que
establezcamos con nuestro poder superior. Cuanto más dependamos de ese poder
para obtener todas las respuestas y todas las instrucciones, mayor será nuestro
consuelo en cualquier situación.
Si dejamos que Dios
maneje nuestra vida la serenidad es el regalo que vamos a recibir. Ninguna
crisis tiene por qué preocuparnos. La solución está sólo a una oración de
distancia.
Hoy actuaré contra cualquier crisis que se me presente. Recurriré a Dios. Toda la crisis es una invitación a la serenidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Bienvenida a tu casa, comenta lo que quieras