Sin embargo, una no
puede poner un cuarto de litro en una taza de ciento cincuenta centímetros
cúbicos.
Charlotte Perkins Gilman
Existe una historia
zen acerca de un profesor de universidad que acudió a una maestra zen en busca
de conocimiento. La vieja maestra observó al profesor cuidadosamente y después
pidió a un estudiante que le trajera una tetera y dos tazas. Después colocó una
taza frente al profesor y empezó a servirle. El té desbordó la taza y comenzó a
derramarse por la mesa. Al verlo, el profesor gritó: «Pare, ¿no ve que la taza
está llena? ¡No cabe más!» La vieja maestra zen sonrió y le dijo: «Lo mismo le
ocurre a usted. Su mente está llena de cosas.
Sólo cuando la
vacíe, habrá sitio para que entre más conocimiento.»
Pedir ayuda es una manera de «vaciar» nuestras vidas. Detenernos y ver que nuestras vidas están demasiado llenas puede ser muy bien el principio de un proceso que nos puede vaciar y abrir una vía para nuevas maneras de ser.
Mi taza desbordada puede ser en algunos
contextos una declaración de desastre. Vaciar es realmente tan importante como
llenar.
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