Como adictas a las relaciones afectivas, les hacemos tanto daño a nuestros hijos como un alcohólico activo, por los siguientes motivos:
. Tenemos cambios de carácter igualmente errático, espectacular e imprudente.
. Nuestras acciones son igual de compulsivas e irracionales cuando necesitamos una “dosis”.
. Nuestros pensamientos y sentimientos casi siempre están concentrados en otra cosa.
. Cuando estamos bajo la influencia de nuestras emociones fuera de control, al volante somos tan peligrosas como él.
. Nos vamos haciendo paulatinamente menos sinceras con nosotras mismas, al echarle la culpa de nuestra adicción a cualquier otra cosa.
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