Los chismes
La intimidad
es el cálido don de sentirnos conectados a otros y de disfrutar nuestra
conexión con ellos. A medida que crecemos dentro de la recuperación,
encontramos ese don en muchos lugares, a veces sorprendentes. Podemos descubrir
que hemos desarrollado relaciones de intimidad con gente en el trabajo, con
amigos, con gente de nuestros grupos de apoyo, a veces con miembros de la
familia. Muchos de nosotros estamos descubriendo la intimidad en una relación
amorosa especial.
La intimidad
no es sexo, aunque el sexo puede ser íntimo. La intimidad significa tener una
relación mutuamente honesta, cálida, solícita, segura –una relación donde la
otra persona puede ser como es y nosotros podemos ser como somos- y ambas
personas se valoran. A veces hay conflictos. El conflicto es inevitable. A
veces hay sentimientos molestos que superar. A veces cambian los límites o
parámetros de una relación. Pero hay un vínculo de amor y confianza.
Hay muchos
obstáculos para la intimidad y para las relaciones de intimidad. Las adicciones
y el abuso bloquean la intimidad. Los asuntos de la familia de origen no
resueltos impiden la intimidad. El control inhibe la intimidad. Las relaciones
desequilibradas, donde hay una discrepancia de poder demasiado grande,
previenen la intimidad. El fastidiar, aislarse y quedarse callado puede
perjudicar la intimidad. Lo mismo ocurre con una conducta tan simple como el
chisme, por ejemplo, chismear acerca de otro para menospreciarlo y así
sentirnos superiores o para juzgar a esa persona. Discutir los asuntos de otra
persona, sus defectos o sus fallas con alguien más tendrá un predecible impacto
negativo sobre la relación.
Nos merecemos
disfrutar de la intimidad en la mayoría de nuestras relaciones, siempre que
esto sea posible. Nos merecemos relaciones que no hayan sido saboteadas.
Eso no
significa que debamos caminar con la cabeza en las nubes; significa que debemos
luchar porque nuestra motivación sea pura cuando hablamos acerca de otras
personas.
Si tenemos un
asunto serio con alguien, la mejor manera de resolverlo es hablar de ese asunto
con esa persona.
Una
conversación directa, limpia, despeja la atmósfera y pavimenta el camino hacia
la intimidad, hacia los sentimientos agradables acerca de nosotros mismos y de
nuestras relaciones con los demás.
Hoy, Dios mío ayúdame a dejar ir mi miedo a la intimidad. Ayúdame a
luchar para mantener limpia mi comunicación con los demás y libre de chismes
maliciosos. Ayúdame a trabajar hacia la intimidad en mis relaciones. Ayúdame a
lidiar con mis sentimientos tan directamente como sea posible.
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