Criadas
y educadas en una sociedad orientada hacia lo joven y lo bello, nos evaluamos a
nosotras mismas de acuerdo con nuestro valor ornamental.
Janea Harris
Rara
es la mujer que no anhela un cuerpo esbelto, pechos firmes, dientes bellos y un
cutis terso. Rara es la mujer que se siente contenta y verdaderamente
satisfecha con toda su persona. Con frecuencia nos dividimos entre el deseo de
llamar la atención y el de que nadie nos dirija una mirada.
Somos
todo lo que necesitamos ser hoy, en este momento. Y cada una de nosotras posee
una belleza interna que es su verdadera aportación a la vida de los demás.
Nuestra belleza interna brillará si la invitamos a que lo haga. Cualquiera que
sea nuestra experiencia, nunca conmoverá ni aliviará el sufrimiento como hacen
nuestras palabras, las que salen del corazón, que es donde reside nuestra
belleza interior.
Quizás
el mejor espejo para reflejar nuestra verdadera belleza sea la presencia o la
ausencia de amigos en nuestra vida. Todas hemos conocido mujeres bellas que
parecen dirigirnos sólo miradas frías y hombres guapos que desprecian
arrogantemente a los demás. Lo que los demás valoran es nuestra belleza
interna. La sorpresa que nos aguarda a cada una de nosotras es descubrir que el
brillo de nuestra belleza interna transforma también nuestra apariencia
exterior.
El día de hoy mi belleza
se enriquecerá con mi amable atención hacia las personas que comparten mi vida.
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