Amar no es recibir, sino dar. Es sacrificio. ¡Y que
sacrificio es glorioso!
Joanna Field
Con qué facilidad confundimos la atención con el
amor. Y llegamos a creer que nuestra habilidad para controlar a alguien
significa amor, especialmente de esa eprosna hacia nosotras. Pero el amor es
algo muy distinto a la atención y al control, totalmente distinto.
El amor libera a los demás de nuestras manos y los
deja volver a las suyas propias. El amor significa poner las necesidades
personales de los demás por encima de las nuestras, sin remordimiento alguno.
El amor es desinteresado, a pesar de que estimula el yo. Dar amor nos hace
limar nuestras asperezas, nos completa y nos une con las personas con quienes
cumplimos nuestro destino.
Desear amor es un anhelo humano y totalmente
natural y no debemos negarlo. Pero cuanto menos nos preocupemos por obtenerlo y
más lo hagamos en darlo, más amor recibiremos. Al darlo en forma libre y
sincera estamos invocándolo. Otra invitación al amor surge cuando amamos a
nosotras mismas; el odio que sentíamos hacia nosotras y que a muchas nos atrapó
durante años, ya nunca más nos hará daño.
El amor nos inspira a nosotras y a las personas a
quienes lo damos. Ilumina nuestro camino, alivia nuestras cargar y hace posible
que nos desarrollemos con plenitud.
Hoy no buscaré amor. Sólo lo daré. Así me favorecerá diez veces más.
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