Cuando dejamos de tomar
tan en serio nuestros errores, dejamos de temerlos. Es inmensamente importante
que aprendamos a reinos de nosotras mismas.
Catherine Mansfield
El perfeccionismo y su
control sobre nuestra vida obstruyen seriamente el camino de nuestro
crecimiento y de nuestro bienestar emocional, espiritual e incluso físico.
Probablemente, las lecciones de la vida surgen más de los errores que del
éxito. Nuestros fallos nos enseñan a ser humildes, pues con ellos aprendemos a
buscar la ayuda y la orientación de los demás. También aprendemos a no
desesperarnos con los fracasos de los otros. Fallamos porque somos
humanos.
Cuando dejamos de temer
al fracaso, nos liberamos para intentar mayores proezas. Nos atrevemos a
aprender más, y con ello la vida se vuelve más completa, no sólo la nuestra,
sino también la de quienes están en contacto con nosotras.
Al reírnos de nuestros
errores, nos resulta más fácil arraigarnos a intentarlo otra vez. La risa nos
conserva jóvenes y nos ayuda a descubrir la felicidad de cada día.
Hoy fracasaré en alguna de las cosas que me propongo
hacer. Y, sin embargo, puedo reírme de ello.
Mi risa me abrirá el camino para otro intento.
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