24 de febrero. Cada día un nuevo comienzo

Las bellezas del mundo son de doble filo: uno nos hace reír, el otro llorar, y ambos nos parten el corazón. Virginia Wolf

Sabemos más de llantos que de risas. Nuestros fracasos, nuestros errores, nuestras ansias de salir adelante nos inquietan y angustian. La angustia atrae al temor, que nos gustaría evitar. Sin embargo, como mujeres tenemos que reconocer que esto nos ocurre a menudo, y que si sabemos manejarlo puede enriquecernos, a pesar de que por lo pronto nos lastime. La angustia contribuye, en última instancia, a nuestro crecimiento y consolidación, nos prepara a ayudar a los demás para que también sean capaces de manejar sus inquietudes.
Sin embargo, hemos de disfrutar asimismo nuestras alegrías, y compartirlas. El gozo genera más felicidad y nos permite entender nuestras angustias en su verdadera dimensión. La vida es más plena e intensa con el ir y venir de la risa y el llanto, siempre y cuando sepamos manejarlos y armonizarlos.
Cuando nos sintamos angustiadas, pensemos en que ello está fortaleciendo nuestro espíritu y que, junto con la risa, el llanto también sana las heridas del alma; pensemos que si la angustia nos abruma, al mismo tiempo aligera nuestra carga, y nos dispone a recibir más sensiblemente los dones de la vida.

Ayudaré a los más a enfrentar sus angustias. Eso nos unirá, me liberará y abrirá el camino de la felicidad.