Moral
personal
No
quiero, y no lo haré, cortar mi
conciencia para “estar a la última”.
Lillian
Hellman
Uno
de los efectos del proceso de adicción es que gradualmente perdemos contacto
con nuestra moral personal y nos
deterioramos lentamente como personas morales. Es fácil ver cómo la persona
alcohólica o drogadicta está dispuesta cada vez más a mentir, engañar, robar, e
incluso a matar o a herir a la persona a la que quiere, para conseguir su
dosis. Pero las mujeres que hacemos demasiado no somos diferentes. También
tenemos deslices morales. Retenemos información, mentimos, engañamos o
rebajamos a los demás para seguir adelante. Estamos dispuestas a pasar por alto
nuestras normas de conducta y nuestra
moral para llegar hasta la cumbre, para “estar a la última”. Cuando pasamos por
alto nuestra moral personal, hemos vendido nuestra alma y estamos perdiendo el “yo
que es realmente yo”.
Parte
de nuestra recuperación consiste en reconocer que nuestra moral personal es uno
de nuestros activos más preciados, y que
es demasiado importante para tratarla a la ligera.
Me valoro suficiente para darme cuenta de que mi moral personal es una baliza que hay que seguir.
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