Desliguémonos de los asuntos familiares
Podemos pintar una raya sana, un límite saludable,
entre nosotros y nuestra familia nuclear, es decir, nos podemos desligar de sus
asuntos.
Es posible que algún familiar nuestro sea adicto al
alcohol o a alguna otra droga y que aún no esté en recuperación de su adicción.
También puede ser que tengamos familiares con
rasgos codependientes no resueltos. Esos parientes pueden ser adictos a la
desgracia, al dolor, al sufrimiento, al martirio y a la victimización.
Otros familiares también pueden presentar aspectos
de abuso o de familia de origen no resueltos.
Podemos tener parientes adictos al trabajo, a la
comida o al sexo.
En nuestra familia puede haber una estrecha
comunicación o, por el contrario, ser una familia disfuncional en la cual los
miembros tienen escaso contacto.
Podemos ser como nuestra familia. Podemos amar a
nuestra familia.
Sin embargo hay que recordar que somos seres
humanos individuales con derechos y asuntos personales. Uno de nuestros
principales derechos es el de empezar a sentirnos mejor y entrar en
recuperación, independientemente de que nuestros parientes elijan hacer lo
mismo o no.
No tenemos que sentirnos culpables por descubrir la
felicidad y una vida que funciona. No tenemos que hacer nuestros los asuntos de
la familia para demostrarle nuestra lealtad y nuestro amor.
A menudo, cuando empezamos a cuidar de nosotros
mismos, nuestros parientes responden con intentos abiertos y encubiertos para
hacernos caer dentro del viejo sistema y los antiguos roles. No tenemos por qué
hacerlo. Sus intentos por hacernos sucumbir son asunto de ellos. El hecho de
que cuidemos de nosotros mismos y nos curemos no quiere decir que no los
amemos. Lo que quiere decir es que estamos solucionando nuestros problemas.
No tenemos que juzgarlos porque tengan asuntos sin
resolver, ni tenemos por qué permitirles que nos hagan lo que quieran
simplemente porque son nuestros parientes.
Ahora somos libres, libres para cuidar de nosotros
mismos con todos y con nuestros familiares. Nuestra libertad comienza cuando
dejemos de negar sus problemas y, en forma adecuada pero asertiva, se los
devolvemos para, de esa forma, solucionar nuestros propios problemas.
Hoy me apartaré de mis parientes. Soy un ser humano individual, aunque
pertenezca a una unidad llamada familia. Tengo derecho a solucionar mis propios
problemas y a crecer; mis familiares tienen derecho a sus propios problemas y
el derecho a elegir cuándo y dónde solucionarlos. Puedo aprender a apartarme
con amor de mis parientes y de sus problemas. Estoy dispuesto a sortear
cualquier sentimiento para lograrlo.
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