Ya no estamos enganchados
Podemos aprender a no quedarnos enganchados en
conductas poco sanas, contraproducentes, en nuestras relaciones, conductas
tales como cuidar obsesivamente de los demás, controlar, devaluarnos a nosotros
mismos y creer mentiras.
Podemos aprender a ver estas conductas, a
identificarlas y a decir que no vamos a permitirnos quedar atrapados en ellas.
A menudo, la gente, conscientemente o sin pensar, hace cosas que nos arrastran
a una serie de conductas contraproducentes que llamamos codependencia. Lo más
frecuente es que estos “ganchos” pueden ser casi deliberados, y los resultados,
predecibles. Alguien se puede poner frente a nosotros y comentar algo o lanzar
un suspiro acerca de un problema, sabiendo o esperando que esa conducta nos
enganche para que nosotros nos hagamos cargo de él. Eso es manipulación.
Cuando la gente se ponga frente a nosotros y
comente o suspire por algo, y luego diga tímidamente, “Pero no importa, tú no
te preocupes por ello”, eso es un truco. Necesitamos reconocerlo. Estamos a
punto de que nos envuelva si permitimos que esto ocurra.
Podemos aprender a insistir en que la gente nos
pida sin cortapisas lo que quiere y necesita.
¿Cuáles son las palabras, las señales, las miradas,
los comentarios, las claves que nos enganchan en una conducta predecible, a
menudo contraproducente?
¿Qué te hace sentir simpatía por alguien? ¿Qué te
hace sentir culpa?
¿Qué te hace sentirte responsable de otro?
Nuestro punto fuerte es que nos preocupemos
demasiado por los demás.
Nuestro punto débil es que a menudo subestimamos a
la gente con la que tratamos. Ella sabe lo que está haciendo. Es tiempo de que
abandonemos nuestra ingenua suposición de que la gente no hace lo que mejor le
conviene, y no necesariamente lo que mejor nos conviene a nosotros.
También debemos observarnos a nosotros mismos.
¿Lanzamos “ganchos” a los demás, les lanzamos miradas, comentarios, con la
esperanza de engancharlos? Necesitamos asistir en comportarnos con los demás en
forma honesta y directa, en vez de esperar que vengan en nuestro rescate.
Si alguien quiere algo de nosotros, insistamos en
que esa persona nos pida las cosas directamente. Pidámonos lo mismo a nosotros
mismos. Si alguien lanza el anzuelo, no tenemos por qué morderlo.
Hoy estaré consciente de las “conductas gancho” que me llevan a convertirme en cuidador de los demás y que me hacen sentir victimado. Ignoraré los comentarios, las miradas y las palabras que me enganchan, y esperaré de los demás la conducta directa y honesta que merezco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Bienvenida a tu casa, comenta lo que quieras