Me miro en el espejo con
los ojos de la niña que fui.
Judy Collins
La niña que está en
nuestro interior es frágil, pero está viva e interpreta nuestras experiencias
aún antes de que nosotras seamos conscientes de ellas. Esa niña es quien puede
temer a los lugares nuevos, a las personas desconocidas y a las situaciones
extrañas. Nuestra niña necesita alimento de un tipo del que quizás no recibió
en el pasado. Podemos tomar su mano, persuadirla y hacerle saber que no la
abandonaremos. Ningún lugar nuevo, ninguna persona desconocida y ninguna
situación extraña tienen por qué abrumarla.
Es sorprendente la
fortaleza que adquirimos cuando nos cuidamos a nosotras mismas, cuando
reconocemos a nuestra asustadas niña interior y la abrazamos haciéndola sentir
seguro. No enfrentamos nada a solas. Juntas podemos enfrentar cualquier cosa.
Hoy me haré cargo de mi niña y no dejaré que afronte
por sí solo ninguna de las experiencias que el día pueda ofrecerme.
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