Demasiadas actividades,
personas y cosas. Demasiadas ocupaciones que valen la pena, demasiadas cosas
valiosas y personas interesantes, pues no sólo lo trivial llena nuestra vida,
sino también lo importantes.
Anne Morrow Lindberg
Debemos relacionarnos con los demás y
realizar actividades diversas. Tenemos muchas virtudes que ofrecer que se
cruzan en nuestro camino y necesitamos a los dones que ellos tienen para
nosotras. Pero si descuidamos los momentos especiales, esos espacios vacíos
necesarios para alimentar nuestra alma, pronto nos quedará muy poco que
compartir y dar a los demás.
Al alejarnos un tiempo de
la gente, de las actividades y de las cosas, al dedicar un momento a
comunicarnos con Dios, a buscar orientación y seguridad en el sentido más
amplio, nos prepararnos para dar mejor nuestros dones a los demás. Esos
momentos de soledad también nos prepararán para aceptar los suyos.
Es verdad que en los
demás encontrarnos el mensaje de Dios. Pero los momentos de soledad con El
eliminan las barreras que con frecuencia nos impiden escuchar otros mensajes
divinos que se expresan a través de los amigos e inclusos de los enemigos que
se cruzan en nuestro camino.
Un momento de soledad es un regalo para mi misma.
Merezco hacerme ese obsequio hoy y todos los días.
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