Apoderarnos de nuestra fuerza
Hay un sentimiento al que le tenemos que prestar
una particular atención durante la recuperación: sentirnos victimados. No
necesitamos acostumbrarnos a sentirnos a gusto con ese sentimiento. ¿Cómo nos
sentimos cuando hemos sido víctimas de alguien? Impotentes, furiosos,
desamparados, frustrados.
Es peligroso sentirse victimado. A menudo, esto nos
puede lanzar a conductas adictivas o a otras conductas compulsivas.
En la recuperación estamos aprendiendo a
identificar cuándo nos sentimos victimados, cuándo hemos sido victimados en
realidad y por qué nos estamos sintiendo victimados. Estamos aprendiendo a
apoderarnos de nuestra fuerza, a cuidar de nosotros mismos y a retirarnos de
nuestro papel de víctimas.
A veces, apoderarnos de nuestra fuerza significa
darnos cuenta de que nos estamos victimando a nosotros mismos, y que los demás
no están haciendo nada para lastimarnos. Ellos están viviendo su vida, como es
su derecho, y nosotros nos estamos sintiendo víctimas porque estamos intentando
controlar su proceso o, de manera irracional, estamos esperando que ellos
cuiden de nosotros. Nos podemos sentir victimados si nos quedamos atascados en
una creencia codependiente, tal como ....Los demás me hacen sentir.... Los
demás tienen la llave de mi felicidad y mi destino.... o, no podré ser feliz a
menos que otro se comporte de determinada manera, o de que sucedan ciertas
cosas.....
Otras veces, apoderarnos de nuestra fuerza
significa que nos damos cuenta de que estamos siendo victimados por la conducta
de otra persona. Están siendo invadidos nuestros límites. Es ese caso,
indagamos qué necesitamos hacer para cuidar de nosotros mismos e impedir que
continúe la victimación ; necesitamos fijar límites.
A veces, lo único que se requiere es un cambio de
actitud. No somos víctimas.
Luchamos por sentir compasión hacia la persona que
nos victimó, pero comprendemos que a menudo la compasión viene después, cuando
nos hayamos despojado de nuestro papel de víctimas en cuerpo, mente y espíritu.
También entendemos que sentir demasiada compasión puede volver a ponernos de
inmediato en el cajón de las víctimas. Sentir demasiada lástima por una persona
que nos está victimando puede establecer una situación donde la persona nos
pueda convertir de nuevo en su víctima.
No tratamos de forzar consecuencias ni crisis sobre
otra persona, pero tampoco la rescatamos de las consecuencias lógicas de su
conducta. Si hay un papel que tengamos la responsabilidad de jugar para que se
den esas consecuencias, lo desempeñamos, no para controlar ni para castigar,
sino para ser responsables con nosotros mismos y con los demás.
Tratamos de descubrir qué podemos estar haciendo
que nos hace sentir victimados, o qué papel estamos jugando dentro de un
sistema, y dejamos, también, de hacerlo. No tenemos poder sobre los demás ni
sobre su conducta, pero podemos apropiarnos de nuestra fuerza y apartarnos de
ser víctimas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Bienvenida a tu casa, comenta lo que quieras