Acepta la ira.
La ira es uno de los efectos más profundos que
tiene la vida sobre nosotros. Es una de nuestras emociones. Cuando se cruce en
nuestro camino, vamos a sentirla, a menos que la reprimamos.
Ya no seas codependiente.
Si estuviera llevando bien el programa, no me
enojaría.... si fuera un buen cristiano, no sentiría ira... si realmente
estuviera usando mis afirmaciones acerca de lo feliz que soy, no sentiría
enojo....
Estos son viejos mensajes que nos seducen para,
otra vez, no sentir.
La ira es parte de la vida. No necesitamos
permanecer en ella o desterrarla, pero no nos podemos dar el lujo de ignorarla.
En la recuperación aprendemos que podemos sentir
sin vergüenza todos nuestros sentimientos, incluyendo la ira y, aún así, asumir
la responsabilidad de lo que hacemos cuando nos sentimos enojados. No tenemos
que permitir que la ira nos controle, pero seguramente lo hará si nos negamos a
sentirla.
Ser agradecidos, positivos, sanos, no significa que
nunca sintamos ira. Ser agradecidos, positivos y sanos significa que sentimos
la ira cuando tenemos necesidad de hacerlo.
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