Llegué a S.L.A.A. (Sex and Love Addicts Anonymous) definiéndome a mí mismo como un adicto al sexo para descubrir, al igual que otros muchos adictos al sexo y al amor que tenía que tratar el doloroso tema del pensamiento obsesivo en la adicción al amor.
Sea referido a una antigua pareja, sea acerca de una conducta adictiva a la que nos vimos obligados a renunciar, el pensamiento obsesivo puede constituir un proceso muy doloroso y tortuoso. En un sinfín de formas nos priva de la serenidad y la espiritualidad más profundamente que la actividad física, ya que actúa sobre nosotros más sutilmente y se apodera literalmente de nuestro proceso de razonamiento…
En principio, era importante que me diera cuenta de que el pensamiento obsesivo de la adicción al amor es igual que beber o que los actos adictivos físicos. Su función y efectos son idénticos: medicar mis sentimientos.
Este descubrimiento tuvo una importancia incalculable para mi, ya que los pensamientos obsesivos parecían tan reales e importantes cuando estaban dentro de la cabeza, que perdí de vista el hecho de que sólo parecen tan reales y convincentes cuando mi mente los proyecta como una película con el fin de así evitarme tener que sentir una pérdida mucho más dolorosa, que está probablemente ocurriendo en la realidad.
Un ejemplo breve puede ilustrarlo con claridad. Recientemente me pasé mucho tiempo obsesionado con una pareja que me dejó hace nueve meses. Pienso obsesivamente en los hechos que desembocaron en esa ruptura preguntándome si el resultado hubiera sido diferente habiendo obrado de otra manera.
La realidad es que ella ya no está y que la he perdido, pero mi mente se niega a aceptar dicha pérdida urdiendo todo tipo de fantasías sobre “¿y si yo…?”… Esto, probablemente, se remonta a mi infancia, cuando las fantasías acerca de cómo podría cambiar a mi madre servían de medicación ante la terrible posibilidad de su indiferencia emocional hacia mi.
Las fantasías entonces tenían su lógica y servían un propósito válido al niño desamparado, pero no son adecuadas en el comportamiento de un adulto. Es un medicamento al igual que las drogas, el alcohol, la comida, el sexo y otros comportamientos adictivos (medicina para huir de mis sentimientos)
El primer paso más importante en la curación del cualquier adicción es la admisión de que es un problema y de que soy impotente contra él. No tengo poder sobre el pensamiento adictivo y mi vida es ingobernable. Las obsesiones son conducta adictiva y debo trabajar para frenarlas.
Para mi, ha sido importante reconocer que cuando el ciclo adictivo se dispara es porque me encuentro mal. Dada mi niñez, este tipo de pensamiento es natural y normal, pero nada sano. No tengo poder sobre los pensamientos que penetran en mi mente, pero poseo todo el poder de un adulto sano y en recuperación para emplear la energía que esos pensamientos consumen, en tareas más constructivas.
De nuevo una analogía con otra sustancia puede resultar útil. Un alcohólico no debiera castigarse o avergonzarse cuando el pensamiento de la bebida pasa por su cabeza. En lugar de eso, debiera reconocer que algo sucede en su interior que dispara el ciclo de la medicación, y debiera hacer algo para guiar con delicadeza sus pensamientos y acciones por el camino del cuidado y de la atención para con uno mismo.
De forma similar, cuando los pensamientos acerca de mi ex compañera permanecen en mi mente más allá de los pocos minutos de tristeza sanos para lamentarme de la pérdida de la relación de pareja, tengo que reconocer que algo más profundo está sucediendo en mi interior, por lo que recurro al pensamiento obsesivo como medicación.
Entonces doy pasos para guiar con delicadeza mis pensamientos y acciones en una dirección de cuidado y cariño hacia mi mismo. La única pequeña diferencia que existe entre el pensamiento obsesivo y los deseos de consumir sustancias es que cuando se desencadena un ciclo de pensamiento obsesivo a menudo tengo que fijar la atención en acciones en vez de en pensamientos que conducen a la recuperación. He encontrado que andar, hacer ejercicio, llamar a los amigos, ir al cine, leer un libro, visitar a alguien… dan muy buen resultado.
Para mí, el pensamiento obsesivo se ha vuelto el mayor desafío de mi recuperación, ya que va más allá de las acciones sexuales adictivas y llega a la esencia de cómo me relaciono conmigo mismo. Reconocer que el pensamiento obsesivo es un comportamiento adictivo y un resultado natural de mis experiencias vitales que sirve para medicar mis sentimientos al igual que otras conductas adictivas, y que existe todo un surtido de instrumentos del programa a nuestra disposición para comenzar a cambiar el ciclo con delicadeza, han sido dos importantes pasos para comenzar a transformar esta conducta en mi vida.
(The Journal, S.L.A.A. Septiembre-Octubre de 1.991)
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