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Robin Norwood escribió "Las mujeres que aman demasiado" y muchas de nosotras le debemos la vida.

2.2.12

EL SÍNDROME DE ABSTINENCIA



LA PUERTA DE ACCESO A LA LIBERTAD, A LA ESPERANZA Y AL GOZO.
La asistencia asidua a las reuniones de Adictos al Sexo y al Amor Anónimos (AASA) nos ofrece la posibilidad de una vida nueva: una vida libre de nuestras obsesiones con el sexo, el coqueteo romántico y las dependencias de tipo emocional.

Cuando oímos a los demás hablar de los milagros que la recuperación produce, nos sentimos animados. Sin embargo, cuando les oímos hablar del dolor del síndrome de abstinencia, nos planteamos si deberíamos seguir asistiendo a las reuniones. ¡Por supuesto que sí! Como nos dice nuestro libro Adictos al sexo y al amor anónimos.
.. el dolor de cada síndrome de abstinencia es único y especial, incluso precioso (aunque lo más seguro es que ahora no lo veas así).

De algún modo, esta experiencia eres tú, una parte de ti que ha estado intentando salir a la superficie durante mucho tiempo. Has estado evitando o retrasando este dolor durante mucho tiempo, pero nunca has sido capaz de eludirlo de forma permanente. Necesitas experimentar el síndrome de abstinencia para transformarte en una persona realizada. Necesitas encontrarte a ti mismo. Detrás del terror de aquello a lo que temes, el síndrome de abstinencia encierra las semillas de tu realización personal. Debes vivirlo para poder darte cuenta, y convertir en realidad ese potencial que ha estado a la espera de aflorar en ti y en tu vida durante tanto tiempo."
¿Qué es el síndrome de abstinencia?

Un paso fundamental para comenzar la recuperación de la adicción al sexo y al amor consiste en identificar nuestros patrones adictivos, esas actividades de las que debemos abstenernos si de verdad queremos alcanzar la plenitud física, mental, emocional y espiritual. En busca de orientación, pedimos ayuda a nuestro padrino o madrina, a nuestro Poder Superior y a otros miembros de SLAA. Un cambio de conducta la interrupción de nuestros patrones adictivos de comportamiento día a día, señala el comienzo de la abstinencia de nuestras prácticas compulsivas y destructivas. Y llamamos síndrome de abstinencia al desbarajuste y torbellino físico, mental, emocional, y a menudo espiritual, que suele acompañar a dicho cambio. Tanto si nuestra obsesión es con el sexo, el amor romántico o las relaciones de pareja, si nuestros deseos son permanentes o se dan periódicamente, el no satisfacerlos suele producir una tremenda sacudida en todo nuestro sistema. Si nos abstenemos de nuestros patrones adictivos experimentaremos durante un tiempo el síndrome de abstinencia. Esta expresión, "síndrome de abstinencia" , evoca la imagen de un drogadicto que necesita su droga predilecta para transformar su estado de ánimo y/o huir del momento presente. Al igual que las drogas, la adicción al sexo y al amor nos puede dominar por completo haciéndonos correr un peligro cada vez mayor en lo que a nuestra salud física, nuestro bienestar emocional y nuestro sano juicio se refiere...y a nuestra propia vida. El período del síndrome de abstinencia nos puede resultar muy incómodo a muchos.
Nuestro cuerpo sufre cambios físicos inesperados: experimentamos altibajos emocionales que jamás hubiéramos imaginado posibles. Y sentimos, quizá por primera vez en nuestra vida, el vacío que habíamos tratado de llenar con nuestras adicciones.
La experiencia del síndrome de abstinencia.
Cuando interrumpimos nuestras conductas adictivas sentimos en la raíz de nuestro ser esa fragilidad que con tanta desesperación habíamos tratado de evitar. Cada uno de nosotros la experimenta de una forma diferente. El síndrome de abstinencia que se produce como resultado lo solemos reconocer por los siguientes síntomas:
* Un deseo incontrolable de dejarnos arrastrar por nuestras conductas adictivas
* Un dolor físico inexplicable.
* Agotamiento o enfermedades físicas.
* La sustitución de unas adicciones por otras.
* Pautas irregulares en lo que a la comida y al sueño se refiere.
* Inseguridad y dudas sobre la propia persona.
* Desesperación y miedo.
* Pensamientos de suicidio.
* Deseos de aislarse de los demás.
* Pensamientos obsesivos.
* Tristeza, depresión y desesperación.
* Sueños en los que las prácticas adictivas están presentes.
* Altibajos emocionales.
* Irritabilidad, ira o rabia.
* Obsesión con fantasías.
* Perplejidad o dificultad al tratar de concentrarnos.
* Dudas sobre si nos conviene SLAA o la recuperación.
Durante el síndrome de abstinencia salen a la superficie muchos de los pensamientos y miedos que durante tanto tiempo habíamos estado tapando. Percibimos intensamente que algo nos falta. Antes nos hubiéramos comportado o reaccionado de una manera determinada; hubiéramos llamado a una persona concreta; caminado por una calle determinada; hubiéramos intentado estimularnos por medio de revistas o películas; visitado un lugar "prohibido", o evadido de la realidad a través de la fantasía. El dilema era que no nos dábamos cuenta que lo que hacíamos al comportarnos así era coquetear, y cuando por fin nos percatamos, descubrimos que no sabíamos hacer otra cosa. Nuestras personalidades no se podían separar de estas formas características de justificar nuestras acciones, de mirar a los ojos de alguien, de abrazar, y de dar la mano, etc. etc.
Si no nos dejamos arrastrar por la adicción, ¿qué es lo que debemos hacer?

A veces nos basta con respirar. Acaso sea lo único que podamos hacer por el momento. La Oración de la Serenidad nos ha resultado extremadamente útil a muchos en el momento crítico de la tentación. También nos ayuda el llamar a nuestro padrino o a otro miembro del Programa, así como la lectura de algún folleto de SLAA, o del capítulo quinto de nuestro libro "Adictos al Sexo y al Amor Anónimos", en el que se toca la experiencia del síndrome de abstinencia a fondo. Trabajar los doce pasos nos ayuda a sumergirnos en la solución en vez de seguir estancados en el problema.
Descubrimos que el antídoto más eficaz para los dolores corrosivos producto de nuestras luchas y dudas era poner las dudas referentes al resultado del síndrome de abstinencia en manos de Dios, o del Poder que creyéramos que nos estaba ayudando a abstenernos de nuestros viejos patrones adictivos.
Puede que nuestra respuesta sea:
¡De ninguna manera!, ...¡No vale la pena!
Pero la verdad es que sí que merece la pena.
Tú mereces la pena. Y no estás solo.
A medida que nos acostumbramos a la abstinencia, el dolor del síndrome de abstinencia disminuye y nos vamos centrando en la esperanza de pasar un solo día incluso una sola hora libres de las prácticas adictivas.
Nos lo debemos de tomar con calma. Nuestra adicción no apareció con toda su fuerza de la noche a la mañana ni por arte de magia la recuperación tampoco es cosa de un instante. Así como la adicción tardó tiempo en desarrollarse, también lo tardará la recuperación.

El comienzo de una nueva vida

Durante este tiempo de autoexamen y de aprendizaje de nuevas conductas y de nuevas respuestas a los estímulos que nos empujan a la adicción, recurrimos a viejas y nuevas fuentes de fortaleza. Empleamos el tiempo que necesitemos en alimentarnos física, emocional, mental y espiritualmente.
Nos damos cuenta que debemos de llenar ese vacío que durante tanto tiempo nos atormentó con una relación con nuestro Poder Superior. Además, hábitos tan sanos como el alimentarse adecuadamente, bañarse, hacer ejercicio, y descansar, contribuyen a que evitemos estados que puedan llevarnos a la práctica de nuestras conductas adictivas.
Tomamos conciencia de las formas en que podemos disfrutar de la vida y amarnos a nosotros mismos sin disparar nuestras ansias adictivas. Quizás nos entren deseos de premiar o de reconocer nuestra abstinencia. En lugar de dejarnos arrastrar por la adicción, buscamos actividades que nos resulten sanas: disfrutamos tomando una comida sana y apetitosa, visitamos un remanso de paz en medio de la naturaleza, vamos a un partido de fútbol, escuchamos música clásica, sacamos el perro a pasear, salimos con nuestra familia al campo, asistimos a alguna actividad en la escuela de nuestro hijo. Estas son algunas de las actividades que ahora valoramos y disfrutamos. También recurrimos a la fortaleza de nuestro padrino o madrina, de nuestros amigos del programa, y sobre todo, de nuestro Poder Superior, en cuyas manos hemos puesto nuestras conductas adictivas. La fe en Dios y en el programa de SLAA nos proporciona calma en medio de la tempestad.
Por ejemplo, algunos nos adentramos en el mundo de la espiritualidad asistiendo a ceremonias religiosas o buscando un lugar tranquilo en nuestra casa en el que meditar.
Este tipo de actividades nos ayudan a mejorar nuestra relación con un Poder Superior a nosotros mismos.
Otra manera de alimentar esta fortaleza recién descubierta, es identificar y eliminar actividades que puedan perjudicar nuestra recuperación.
Si observamos nuestro estilo de vida veremos de qué manera lo podemos encauzar y simplificar. Cuando, en nuestra vida diaria, nos deshacemos de los estímulos adictivos, solemos descubrir que habíamos elegido nuestras aficiones, e incluso nuestra profesión, de acuerdo con las posibilidades que nos ofrecían de practicar nuestra adicción. Sin la posibilidad de "disfrutar" de la misma, la actividad en cuestión pierde todo su interés Aunque siempre hay algunos cambios más difíciles que otros, vemos qué actividades refuerzan nuestra recuperación y evitamos aquéllas que sólo nos ofrecen la seducción de la adicción para a continuación sumirnos en la desesperación
Libertad, esperanza y gozo

Puede que iniciemos el periodo del síndrome de abstinencia con una sensación de pesimismo.
¿Qué me deparará el futuro?
¿Cómo responderé?
¿Quién me ayudará?
¿Vale la pena?
¿A qué debo renunciar y a qué precio?
¿Qué será de mí en caso de que consiga sobrevivir el síndrome de abstinencia?
¿Se acabará alguna vez? ¿Podré alguna vez tener relaciones sexuales/ amor/ una relación de pareja de nuevo?
No podemos predecir lo que te espera. Lo que sí sabemos es que el sexo, el amor y las relaciones afectivas no son necesariamente actividades que debamos evitar para siempre. Una vez que obtenemos cierta medida de "gobernabilidad" en nuestra vida, estaremos en mejores condiciones para plantearnos qué actividades nos convienen. La comunicación sincera y abierta con nuestro padrino u otro miembro sobrio del programa es un elemento importante a la hora de tomar decisiones. Aunque la abstinencia de los comportamientos adictivos sea dolorosa, el dolor que produce no es eterno. El fin del periodo del síndrome de abstinencia lo anuncia una disminución grande de nuestros deseos de dejarnos arrastrar por nuestros patrones adictivos. La aceptación de nuestra adicción, nuestro deseo de abandonar el estilo de vida que llevábamos, la práctica de los pasos y el uso de las herramientas del programa de SLAA, y la fe y la confianza en un Poder Superior a nosotros mismos posibilita el que comencemos a construir una vida libre de conductas adictivas. No sólo hemos aceptado el síndrome de abstinencia como un paso necesario en nuestra recuperación, sino que incluso hemos llegado a comprender la importancia que para nosotros tiene, el bien que nos hace. El gozo se apodera de nosotros al experimentar, quizá por primera vez, la autoestima, el respeto por nosotros mismos y la dignidad. Un Poder superior a nosotros mismos nos está devolviendo el sano juicio, y le estamos profundamente agradecidos por ello.
Guía para sobrevivir al síndrome de abstinencia

La siguiente lista de herramientas, lemas y sugerencias puede resultarte muy útil si estás padeciendo el síndrome de abstinencia de la adicción al sexo y al amor. Son sólo sugerencias.
Puede que no sean adecuadas para cada situación.
Averigua cuáles son las que mejor te van, ¡y ponlas en práctica!

* Tómatelo con calma.
* Lo primero es lo primero.
* No lo compliques que es sencillo.
* Suelta las riendas y ponte en manos de Dios.
* Piensa.
* Día a día.
* Sólo estas veinticuatro horas.
* Esto también pasará.
* Dios hace por nosotros lo que nosotros no podíamos hacer por nosotros mismos.
* ¡Pase lo que pase, no te dejes arrastrar por la adicción!.
* Elabora cada día un horario sencillo y bien estructurado.
* No te aísles. Telefonea a los miembros del grupo.
* Telefonea a tu padrino o madrina. Consigue números de teléfono de otros miembros del programa. Ten la lista a mano. Llámalos.
* Evita las personas, los lugares y las actividades que puedan disparar tu adicción.
* Antes que nada habla con tu Poder Superior.
* Pide a las personas del Programa con las que te sientas cómodo que te llamen.
* Si recaes, no abandones. Empieza de nuevo. Renueva tu compromiso con la recuperación.
* Asiste a treinta reuniones en treinta días.
* Acude a un/a psicoterapeuta.
* Tira a la basura cualquier objeto que pueda estimular tu adicción: revistas, vídeos, contactos, números de teléfono, direcciones, fotos, cartas, etc. Si no te resultara posible deshacerte de ellos, entrégaselos a tu padrino o a otro miembro del programa para que te los guarde.
* Sal a dar un paseo a pie o en bicicleta a un lugar donde no haya peligro.
* Cambia tu energía tranquilízate, o ponte en acción.
* Escribe en tu diario. Prepara el primer paso por escrito.
* Asiste a alguna reunión. Si no hay de SLAA, vete a una reunión abierta de Alcohólicos Anónimos, Al-Anon, Comedores Compulsivos Anónimos, u otro programa de recuperación de los doce pasos.
* No tengas miedo a decir que "no". Recuerda que tienes derecho a establecer límites para asegurar tu recuperación.
* Lee el capítulo quinto ("El síndrome de abstinencia") del libro Adictos al Sexo y al Amor Anónimos.
* Si te ves en situaciones peligrosas y no puedes evitarlas, pide ayuda aun miembro del programa.
* Procura el no recurrir a otras adicciones (cambio de adicciones). ¡Ojo con la compulsión por la comida, las compras, el juego, las drogas, etc.!
* Busca una nueva ruta para ir al trabajo, a tu centro de estudios, a casa.
* Asiste a una iglesia, sinagoga o a otro lugar de culto.
* Reza, medita, mantén un contacto consciente con tu Poder Superior.
* Evita los medios de comunicación que no te convengan TV, cine, vídeos, revistas, música, novelas, etc.
* Cómprate flores; envíate una postal a ti mismo.
* Disfruta de la compañía de familiares y de amigos con los que te sientas a gusto y que no pongan en peligro tu recuperación.
* Busca un lugar o una persona de confianza con la que puedas llorar, expresar tu rabia, lamentarte. No reprimas tus sentimientos.
* Evita pasar hambre, y los sentimientos de enfado, soledad y fatiga.
* Recuerda que una cosa son los sentimientos y otra los hechos no te morirás a consecuencia de ellos.
* Evita los lugares que solías frecuentar cuando practicabas la adicción.
* No practiques conductas adictivas sustitutorias. (Si eres adicto a la pornografía, no pases a frecuentar lugares de "ligue", etc.)
* No te empeñes una vez más en intentar salvar una relación de pareja. Antes de plantearte la reconciliación espera hasta que hayas pasado el síndrome de abstinencia.

Y sobre todo, ¡no pierdas la esperanza! El síndrome de abstinencia no es eterno. Recuerda que no estás solo.


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